-Te amo- le oí decir.
-Estoy aprendiendo a amarte
respondí.
Él encendió un cigarrillo.
-¿Crees que llegará el momento
ideal?-preguntó.
Yo sabía de qué hablaba. Me
levanté y fui a sentarme en el borde de su cama.
La brasa del cigarrillo le iluminaba el rostro de vez en cuando. Me apretó la mano y estuvimos así unos instantes. Después le acaricié los cabellos.
La brasa del cigarrillo le iluminaba el rostro de vez en cuando. Me apretó la mano y estuvimos así unos instantes. Después le acaricié los cabellos.
- No deberías preguntar -respondí.
El amor no hace muchas preguntas, porque si empezamos a pensar empezamos a
tener miedo. Es un miedo inexplicable, y no vale la pena intentar traducirlo en
palabras. Puede ser el miedo al desprecio, a no ser aceptada, a quebrar el
encanto. Parece ridículo, pero es así. Por eso no se pregunta: se actúa. Como
tú mismo has dicho tantas veces, se corren los riesgos.
-Lo sé. Nunca había preguntado.
-Ya tienes mi corazón
-respondí, fingiendo no haber oído sus palabras.
-Mañana puedes partir, y recordaremos siempre el milagro de estos días;
el amor romántico, la posibilidad, el sueño.”
Paulo Coelho -A orillas del río Piedra me
senté y lloré
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