04 diciembre 2013



Llega mi cumpleaños y tengo sentimientos encontrados con esto, SIEMPRE. Siempre que llega esta fecha se me da por ponerme a pensar todo lo que hice, lo que no hice, lo que hice bien y en lo que falle. Eso que la mayoría hace a fin de año yo lo hago ahora... Porque para mí después de mi cumpleaños empieza MI año nuevo, es MI momento de cambiar o mejorar mis cosas.
Este año fue difícil…
Fui imprudente en algunas elecciones. Sobre todo, en eso de quererte como te quise… tan distinto a como te quiero ahora.
Tuve miedo a montones, pero no a arañas y ratones.
Temor a la ausencia que oscurece para siempre los rincones. A las despedidas con lágrimas que corren por la espalda como un río interminable.
Este año fui incorrecta de a ratos. Impulsiva, todo lo que pude.
Afortunada de atravesar paisajes impensados.

En algunos tramos del recorrido me mareé, me torcí, me resbalé y se me quebraron dos o tres ilusiones. No más.

Quise, hice, dije, callé. Abracé menos de lo que hubiera querido.
Amé menos de lo debido.
Lloré lo justo.
Dormí cantidades innecesarias.
Soñé muchos más de lo que dormí.

Con un poco más de experiencia y otro tanto de arrugas, llegué hasta acá, dispuesta como nunca a renovar mis votos de esperanza para mi nuevo año.


Quiero entregarme a las horas vírgenes para que me sorprendan con momentos felices.
Quiero esperar la llegada de nuevos afectos que sólo traigan consigo las ganas de quedarse.
Quiero transitar los días con astucia y destreza, con alegría y entusiasmo, sin melancolía.
Quiero amigarme con los eternos enemigos: dudas, miedos y soledades.
Quiero festejar la mañana y el anochecer, el verano y el invierno, las buenas compañías, los consejos de amigos, el trabajo, la salud, la familia.
Quiero llenar el estómago de carcajadas, la mente de buenas ideas, el corazón de honestos amores.
Quiero enamorarme de pies a cabeza de estos 365 días que están a punto de ser estrenados...



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