25 noviembre 2015

"A lo mejor soy demasiado sensible, pero a mí hay gestos que me arreglan el día y me solucionan la vida: es algo así como que me recargan las pilas y enchufan mi batería a una corriente de alta tensión.
Porque, aunque no exploto, a veces eclosionan las cosas que llevo en mi interior. Entonces necesito ese abrazo, con que todo me parece más bonito, con más colores y con menos grises. Eso tan maravilloso y tan espectacular que me emboba sin remedio.
Adoro esos abrazos que rompen mis desvaríos, me ayudan a mantener un equilibrio, me reconfortan y desnudan mi esencia. Los adoro porque me transmiten un cariño tan ideal que me atrevo a pellizcarme para saber si estoy soñando o si es verdad que mi mundo se recompone desde lo más recóndito.
Sí, lo confieso, esos abrazos son mi debilidad. Me derriten con solo pensarlo, me abrigan, me arropan y me hacen sentir que la vida no es ni injusta ni mala, y que no hay mejor manera de sentir que a través de la piel.
Porque siempre dije, solo eriza la piel quien se acompaña de ejemplos, de lecciones y de permanencia. Solo lo consiguen aquellas personas A LAS QUE ES UNA SUERTE PODER QUERER Y PODER ABRAZAR."

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